Los entornos en que los que están inmersos todas las organizaciones, están permeados por la volatilidad de los cambios, la incertidumbre la falta de información para tomar decisiones acertadas, la complejidad, debido a las interdependencias de factores y actores que influyen en las decisiones y la ambigüedad, resultado de una época donde la acumulación de datos e información no tiene precedentes. Los entornos VICA, así es como se le conoce a esta mezcla de factores que afectan las organizaciones a todo nivel y donde la forma adecuada de enfrentarlos es desarrollando la adaptabilidad y la agilidad con la que se responde a los cambios.
La agilidad no es velocidad, son más bien los procesos mediante los cuales, las personas y los equipos se adaptan a los cambios para realizar entregas de valor añadido, con enfoque en los usuarios y la optimización de recursos, esto con el tiempo de desarrollo se interioriza y el resultado colateral si es hora la velocidad.
Las transformaciones deben ser intencionadas, entendiendo el liderazgo como la capacidad de movilizar los recursos para emprender proyectos, no dirigidos necesaria o exclusivamente a un cargo. Las culturas ágiles empoderan a sus colaboradores para que emprendan proyectos que impacten la organización con autonomía y autoorganización y promueve la construcción de espacios psicológicamente seguros para la conversación.
Las organizaciones que se piensan en clave de conocimiento y de personas, están más cerca de lograr desarrollos superiores, de cumplir con facilidad su misión y visión y de crecer con más fortaleza y cohesión, en un mundo que se dibuja con líneas ambiguas, entre la certeza y la incertidumbre.