El cuidado se ha presentado como una actividad orientada a favorecer a quien se encuentra en algún tipo de desventaja, por salud, precariedad, o edad. Además, se ha querido mostrar como una acción propia del género femenino que ha traído consigo ciertas desventajas a la hora de sopesar los ingresos que se reciben por su ejercicio.
Hoy, requerimos de una visión diferente del cuidado desprovista de los paradigmas de sexo, edad y condición y que se oriente hacia el concepto de cuidado como actitud humana, esto es, como postura ética ante sí, los otros y el entorno, buscando la construcción de nuevas y mejores relaciones.
Así, la construcción de paz pasa por un nuevo concepto de ciudadano convencido de la necesidad de empatía y comprometido con la sostenibilidad de su entorno como casa común.
Se plantea entonces la posibilidad de proponer un giro decolonial que considere al individuo como sujeto por encima de los esquemas del sistema-mundo.